18 de agosto de 2013

LAS MIL Y UNA NOCHES

Me quedé enamorada desde el primer día. Me fascinó.
Es  una ciudad exótica e hipnótica.
NO se puede describir, tienes que estar allí y sentirlo. 
Tienes que perderte  en las callejuelas de su caótica Medina, y disfrutar en todo momento de sus colores, olores, de su esencia.
Tienes que cerrar los ojos y dejarte llevar porque así disfrutarás del ocaso más famoso en  todo el noroeste de África.
Pasar horas en la plaza más legendaria, la que ha inspirado  tantas novelas, donde nos  podemos encontrar con el encantador de serpientes, con  improvisados músicos y con innumerables puestos de mercaderes. Disfrutar de un zumo de naranja, de un pincho moruno o de un té a la menta.
Juegos malabares, venta de especias, adiestramiento de monos, cuentacuentos, mujeres que te hacen dibujos de henna en las manos o te leen el futuro con las cartas y vendedores de frutos secos y dátiles. Y como no,  con muchísimos turistas que llenan  la terraza del afamado Café de France, ya un poco anticuado pero insuperable para deleitar un exquisito té a la menta.
Hay tantas cosas  que visitar que no sabes por donde empezar. Como los jardines de la Ménara, la mezquita de la Koutoubia o dar un paseo por la avenida de Mohamed V y si eres un poco curioso, visitar el famoso hotel la Mamounia.
Pero lo que realmente no puede faltar y con lo que disfruto es adentrándome y regateando en su zoco, entre mil ruidos y niños que revolotean a mi alrededor buscando ser mi guía a cambio de unas moneditas. 
Impregnada del olor a especias, cubierta de telas que los tintoreros han teñido de un sinfín de colores, manos que me agasajan con collares y plata, dejarme llevar y viajar entre los destellos de cristales de lámparas colgantes en una alfombra mágica para dejarme y seguir soñando entre los cojines y las largas cortinas de un Riad. Eso es realmente disfrutar de una de las ciudades más bellas "Marrakech" .

  "Sentir esto y más.... porque un poquito de mi sangre es marroquí ".